martes, 5 de diciembre de 2006

Congreso de la Unión Peruana, más que reencuentros

Luego de los abrazos y saludos de reencuentro, cada uno de los delegados iba tomando posesión del campus de la UPeU, saboreando recuerdos y aspirando aires denominacionales. “De todos modos –indicó un delegado- no hay otro lugar más apropiado para un congreso que nuestra propia institución”.

Luego de múltiples saludos, todavía había algo que ellos andaban buscando. Tal vez un amigo añorado, el pastor que lo bautizó o aquel por quien conoció el mensaje. Aun asi, la búsqueda continuaba. Ah, Queremos conocer al nuevo presidente de la división y a los demás líderes; saludar al pastor Ferreyra, escuchar el sermón del pastor Bullón.
Creo que eso es. Sin embargo, la ansiedad no se disipa. Lo que queremos es cantar unidos, sentir que somos el pueblo de Dios, vibrar al unísono, expresar gratitud a Dios, caer de rodillas y decir simplemente gracias.

Por supuesto, no podemos dejar de lado las incógnitas que pronto serán develadas. Los nuevos nombramientos serán anunciados, habrá sorpresas y regocijo, saludos y buenos deseos, luego tendremos que seguir caminando.

Volveremos a nuestros campos a nuestras iglesias, a nuestros grupos pequeños, con renovadas energías y novedades; pero la vida transcurrirá inexorablemente y la ansiedad continuará a menos que encontremos lo que en realidad hemos vendido a buscar: a Jesús, el líder supremo; tocar su manto, estar más cerca de él, de nuestro salvador y Señor de la iglesia, aquel que conduce a su pueblo victoriosamente.

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